Cascallares 20 Febrero 2005 - 10K
La mañana a las 7 ya decía que el calor no iba a aflojar. Buenos Aires, humedad como bien decía Cerati. Salí con la bici a entrar en calor pero estaba tán desinflada que hice 15 cuadritas, me compré el diario y me volví a casa a buscar el auto. Destino: Cascallares, camping del ACA en La Reja. Roldan y sus maratones hechas a pulmón, y generalmete bien organizadas.
Autopista, galletitas de agua, barra natural de cereales, radio, buscar en vano el programa de la "Linea de los Atletas" -alguien sabe el dial? hora? día?-. Llegué 9 y media, con tiempo. Ya me conozco, tengo que entrar bien en calor, cansarme, traspirar porque sino largo, y al kilometro ya estoy agitado y con un cansancio insoportable -alguien sabe a qué se debe? es a que necesito entrar mejor en calor? cómo?-. Me inscribí, me negué con lástima a la pileta -esta vez no tuve la compañía de la family, tenía q volver- y salí a correr por el bulevar. Bulevar, bulevar, bulevar, grande el Bahiano. Era cierto lo del calor. Calor, en serio. Diez minutos de trote lento y volví todo traspirado. Conocí a Pikachu, gente del Kilometro. Buena Onda como en cada carrera, caras conocidas, mucha distensión.
Roldan -organizador- llamaba. Salimos del camping todo junto a buscar la Partida a 500 metros.
Linea de partida, a esperar a Forrest Gamp que venía apurado con su barra, sus anteojos negros y su gorra a cuestas... Aplausos. Largada! 10:50, calor, no se si ya lo había dicho. Forrest al cruzar la línea de partida, grita: falta mucho? 10K en marcha.
A la izquierda, la vera del Reconquista. Lindo como todo rio, lástima que el hombre se toma tan en serio eso de arruinar todo lo que toca. Los carteles de prohibido bañarse lo decían todo. El asfalto serpenteaba entre eucaliptos que tiraban su sombra hacia otro lado. Las ondulaciones de la zona producían subidas y bajadas que en el principio eran livianas pero que iban a tornarse duras. En el kilometro 2 y medio dieron vuelta los que corrían 5K. Para los 10 había que seguir, escalar hasta el lago y dar la vuelta en el kilometro 5. En el kilometro 3 perdí de vista a los punteros y ya me sentía cansado, abrumado por el sol. Perdí el paso, los 4:05 que venía llevando me dejaron y empecé a leer 4:20, 4:30. Llegó la subida hacia el dique Roggero, lo que se veía era más lindo que lo que recordaba del lugar a pesar de los carteles con prohibiciones y alertas.
Atrás grandes arboledas, a la derecha el lago, amplio y calmo, abajo como salpicada, la llanura del verano con pequeñas casas, con estanques , con molinos, con caballos, con algunas vacas flacas. Pasó la peor parte, kilometro 5, ahora la bajada me dije. A estirar las piernas, a alargar el paso, a recuperar el tiempo. Acelerar no fué facil. Bah, no fué. Opté por mantener, quería llegar con 42 minutos pero lo veía dificil ahora. Otra vez el camino conocido, serpenteando, bañado de sol. Me sorprendió no encontrar las marcas en el camino, después me dí cuenta que eran las mismas que a la ida. Que tonto, por favor! Kilometro 4, kilometro 3, kilometro dos, igual por al revés. En el rio, ahora a la derecha, familias y amigos que ya estaban poniendo las mesas, organizando el almuerzo, nos miraban pasar sin la más mínima sorpresa. Kilometro 2, mi cansancio ya era absoluto, no me quedaba fuerza ni para la levantada final. Kilometro 1, ya faltaba poco. No se disfrutan las carreras así, se sufren, me decía. Igual sabía que a la próxima iba a venir igual. Hay que bancarsela, y darle para adelante. La linea de partida allá a lo lejos no significaba el fín de la carrera. Había que seguir 500 metros más, seguir el asfalto, salir al bulevar, doblar a la derecha y entrar al camping. Ahí sí. Crucé los 10 en 43:50 y a pesar del cansancio, aceleré, dejé todo y crucé la meta en 45:49. Contento por la sombra, por haber llegado, por el agua bombeada del pozo que parecía recién sacada de la heladera.
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