mecorro

Correr es un arte, es algo que no puedo evitar, es un estilo de vida. No se corre contra nadie, se corre a favor del viento y en contra de uno mismo, y de la endeble limitación del cuerpo.

5/05/2006

River 3 Timao 1



Tevez, a ver cómo hacés la gallinita ahora..?

5/31/2005

10K por el 104 aniversario de River Plate - 29/05/2005

Para empezar, la carrera siempre empieza desde temprano. A las 7 arriba a pesar de haberme acostado a las 2AM gracias al Espisodio 3 de la magnífica Star Wars. A levantar a la family -gracias, son de fierro! y con yapa esta vez: Gabo, el montañista tandilense y gran amigazo de la casa-, a buscar el auto, desayuno en base a tecito y galletitas de agua, TMagnesiano y barra hiperproteíca. Delicias...
Llegamos al estadio más lindo de la argentina con tiempo. Hice una buena entrada en calor, superé el miedo del dolor en la rodilla -regalo del futbol de los viernes- y a prepararse. La gente distendida, contenta y esta vez, millonaria, se agolpó sobre la salida esperando la largada. Eramos una verdadera banda -roja y blanca!-. El día aguantaba milosagrosamente, la lluvia estaba en puerta y la humedad nos regalaba un veranito de 21 grados extraño.
Sonó el disparo de salida con un "vamos Riverplei... riverplei, rivervei, VAMOS RIVERPLEI!" a las 10:45. Rojo y blanco tiñieron Alcorta en dirección contra el tráfico. En seguida nos topamos con los corredores de 3000 metros que ya pegaban la vuelta y nos rozaban en sentido contrario. El primer kilometro lo pasé en 4 minutos, bajo control, y enseguida los jardines y los lagos de palermo nos rodearon. Bajé a 4:20, economizando. Igual los 2 kilometros siguientes. La mañana se teñía de un sol impensado. Bordeando el hipódromo promediamos la mitad de la carrera un tanto confundidos por los relojes electrónicos que para mí estaban mal acomodados. Señalaban cada kilometro? Creo que no. Relojeando el tiempo, sin planes de exigirme para evitar males mayores, crucé los 5 con 21 minutos y medio. Conforme y eludiendo la sensación del cansancio y el acecho de la humedad, levanté la cabeza y empecé a disfrutar del golf, de la arboleda, de las calles curvadas y silenciosas. Kilometro 7, el final se acercaba, había que acelerar, tratar de terminar mejor de lo planeado. Hacerlo por River, por la familia que acompaña siempre, por uno mismo. Lo intenté al menos y alcancé el kilometro 7, el 8 y el 9, en 4:10. La recta de Alcorta y ver el estadio al fondo me motivó. A la basura con los cuidados, estiré el tranco, le dije al corazón que aguante y corrí lo más rápido que pude ese ultimo kilometro. Creo que lo puse en 3:45, 3:40 con el sprint final. Y crucé la meta teñída de gloriosos colores y escudos gallinaceos cansado pero contento. La organización esmerada, el calor de la gente y la lluvia que se aguantó para explotar fueron los detalles lindos del domingo. Lástima que por mi número (3131) no recibí remera. ¿Alguien regala alguna? ¿Vende, canjea? Mi tiempo final: 41:50, mejor de lo que creía. Los sorteos por la tele y demás me esquivaron como siempre. Qué va hacer, todo no se puede.

4/06/2005

Running

Para los que quieran saber cómo me fué en la Merrell Aventure Race Tandil 2005, acá está mi crónica: http://mecorro.blogspot.com/

4/05/2005

Merrell Tandil 2005

Merrell Tandil 2005
Antes que nada debo aclarar algo: los nombres de las sierras que cruzamos en el camino no los recuerdo por eso serán convenientemente reemplazados por, por ejemplo, la sierra de la remilp*t@madr#quelar#p!rió, la sierra de la rec****delalor@m@sp*t*delmundo o la sierra hija de la %$#%#$#!, o cosas por el estilo que era en realidad lo que más se escuchaba en el recorrido. La opinión del pueblo que le dicen.

Ahora sí, empecemos. Nos levantamos temprano 7:30 y partimos a la largada para la inscripcion. Luego de un trámite rapido, recibimos la bolsa naranja con los regalos -Gatorade, agua, pechera naranja, barritas de cereales, Total magnesiano-, saldamos el pago y terminamos de preparar la mochila para correr, mucha hidratación, y a concentrar. Coordinación Zero -Nombre del equipo que formamos con Fernando- estaba en carrera. Con el arco de salida al pie de la plaza de banderas la Merrel Adventure Race Tandil se ponía en marcha. El clima tenía todos los condimentos de las carreras: emoción, compañerísmo, distensión, alegría, ansiedad, humor, fuerza, energía. Entramos en calor un poco más, ajustamos los detalles, los relojes y a las 10:30 largamos. El emocionante rio naranja subió la primera gran cuesta -la del castillo- y comenzó a alargarse hacia la mañana, mezcla de fresco, sol y nubes negras semisospechosas. Una lluvia que no se hizo presente nunca gracias a dios.
Enseguida llegó la primer bajada de las muchas que vendrían.
Se presagiaba dura la cosa y así iba a ser. La organización se esmeraba y en el camino empezaban a verse las cruces rojas y los controles -no demasiado informados ellos-.
Todo fué más a menos llevadero, lindo, optimista, hasta que pasamos el Camping del Banco Provincia (km9) primero y después cruzamos un bosque hermoso con desniveles suaves, camino de tierra (camino de las Dinas, Km12). Hasta ahí todos caminos rurales, o ruta pareja, o simplemente calle, con mucha gente alentando dando alegría al paso. La estrategia era ir de menor a mayor, respetando la distancia, y la altura en los últimos 7 kilometros. Y eso hicimos, a riesgo de perder mucho tiempo. Creo de no haber sido por esto no habría llegado. Igual nunca se sabe.
Mantuvimos el ritmo parejo economizando fuerzas para el final. Mi resfrío se hacía sentir. No estaba cómodo pero igual le ponía garra. Fernando, mi compañero de Team, estaba entero pero nos turnábamos para ir al frente. Se lo notaba muy entero y con la sensación que se podía dar más.
A la altura de La escondida (Km13) una banda tocaba en vivo y nos saludaba el paso trayendo folclore y alta onda. Más adelante otra banda hacía covers de los Beatles con un sonido más que respetable. Esos son los detalles que levantan el ánimo, al igual que las comparsas y las caritas de los chicos que nos miran correr con una mezcla de asombro y respeto.
En el cruce de la cascada (km15) la carrera cambió de color. Después del último llano de la tarde, se presentó ante nosotros la primera gran sierra. El cuadro que veía era increíble. A los verdes y marrones de la naturaleza de las sierras más viejas de la tierra, los cruzaba una persistente procesión naranja que la trepaba como un delicado camino de hormigas. En esa sierra perdimos mucho tiempo. La cola subía parejo a un ritmo más que lento, resultaba imposible hacer otra cosa más que avanzar como en la cola del supermercado. Eso me restó mucha pierna, el esfuerzo se siente más si se hace despacio. Al menos eso me pasa. El frío en la cima se hizo sentir en mi resfrío con una daga clavandose enlas mejillas. Desde ahí arriba se veía un paisaje hermoso, dificil de describir, como son las cosas tan absolutas. Las casas como juguetes, las tonalidades de los suelos, la inmesidad del horizonte brumoso. La vista se reía.
Volviendo a la carrera, hubo dos detalles que terminaron de acabarme: la bajada de la cantera, que la hice a los gomazos -equivocación a medias, no quedaba otra-, y la posterior trepada por un camino rodeado de arboles altos, jóvenes y tupidos que hicimos caminando, tratando de robar alguna energía de algún lado. Parecía el momento más exigente, pero no.
La tranquera marcó el kilometro 21. Enseguida apareció la sierra final -en dos etapas-, la que bauticé "la sierra de las remilp*t@madr#quelar#p!rió". La sierra no lo merecía, creanme. Creo que ví unos caballos curiosos acercarse a unos metros de mis pasos, pero no puedo asegurarlo, porque también creo que ví una cafetería y una bandeja con medialunas de grasa y el diario sin abrir. Todo esperándome. Con lo último, acalambrado, logré seguirle el paso a mi compa y desde la cima, vi el lado correcto de Tandil, o sea el de la llegada interminable. La bajada acabó con mis reservas pero me sacó maravillosamente el calambre en el abductor. Increíble. Aceleramos entonces. "Coordinación Zero" se acercaba a la llegada. Enseguida, el lago, un magnífico espejo verde, el tímido sol del mediodía, las voces en los parlantes, la música, y la ultima ondanada. Las escaleras estaban fuera de todo cálculo, es ciero. Por eso las subí como pude, los calambres volvieron enseguida pero no les dí bolilla. Aceleramos más todavía, ahí sí dejé todo. Lo juro, todo, en serio. Trés horas y 27 minutos habían pasado. Y cruzamos el arco. La felicidad, la emoción, el cansancio, el alivio, las fotos, las felicitaciones, los abrazos, todo se mezcló en la medalla y en los aplausos de la fabulosa gente de Tandil.
Después vino lo peor para mí. Me relajé, traté de enlongar y me acalambré, me bajó la presión. Todo mal. Pero bueno era el precio lógico que debía pagar un porteño en una mañana de sierras.

2/21/2005

Cascallares 20 Febrero 2005 - 10K



La mañana a las 7 ya decía que el calor no iba a aflojar. Buenos Aires, humedad como bien decía Cerati. Salí con la bici a entrar en calor pero estaba tán desinflada que hice 15 cuadritas, me compré el diario y me volví a casa a buscar el auto. Destino: Cascallares, camping del ACA en La Reja. Roldan y sus maratones hechas a pulmón, y generalmete bien organizadas.
Autopista, galletitas de agua, barra natural de cereales, radio, buscar en vano el programa de la "Linea de los Atletas" -alguien sabe el dial? hora? día?-. Llegué 9 y media, con tiempo. Ya me conozco, tengo que entrar bien en calor, cansarme, traspirar porque sino largo, y al kilometro ya estoy agitado y con un cansancio insoportable -alguien sabe a qué se debe? es a que necesito entrar mejor en calor? cómo?-. Me inscribí, me negué con lástima a la pileta -esta vez no tuve la compañía de la family, tenía q volver- y salí a correr por el bulevar. Bulevar, bulevar, bulevar, grande el Bahiano. Era cierto lo del calor. Calor, en serio. Diez minutos de trote lento y volví todo traspirado. Conocí a Pikachu, gente del Kilometro. Buena Onda como en cada carrera, caras conocidas, mucha distensión.
Roldan -organizador- llamaba. Salimos del camping todo junto a buscar la Partida a 500 metros.
Linea de partida, a esperar a Forrest Gamp que venía apurado con su barra, sus anteojos negros y su gorra a cuestas... Aplausos. Largada! 10:50, calor, no se si ya lo había dicho. Forrest al cruzar la línea de partida, grita: falta mucho? 10K en marcha.
A la izquierda, la vera del Reconquista. Lindo como todo rio, lástima que el hombre se toma tan en serio eso de arruinar todo lo que toca. Los carteles de prohibido bañarse lo decían todo. El asfalto serpenteaba entre eucaliptos que tiraban su sombra hacia otro lado. Las ondulaciones de la zona producían subidas y bajadas que en el principio eran livianas pero que iban a tornarse duras. En el kilometro 2 y medio dieron vuelta los que corrían 5K. Para los 10 había que seguir, escalar hasta el lago y dar la vuelta en el kilometro 5. En el kilometro 3 perdí de vista a los punteros y ya me sentía cansado, abrumado por el sol. Perdí el paso, los 4:05 que venía llevando me dejaron y empecé a leer 4:20, 4:30. Llegó la subida hacia el dique Roggero, lo que se veía era más lindo que lo que recordaba del lugar a pesar de los carteles con prohibiciones y alertas.
Atrás grandes arboledas, a la derecha el lago, amplio y calmo, abajo como salpicada, la llanura del verano con pequeñas casas, con estanques , con molinos, con caballos, con algunas vacas flacas. Pasó la peor parte, kilometro 5, ahora la bajada me dije. A estirar las piernas, a alargar el paso, a recuperar el tiempo. Acelerar no fué facil. Bah, no fué. Opté por mantener, quería llegar con 42 minutos pero lo veía dificil ahora. Otra vez el camino conocido, serpenteando, bañado de sol. Me sorprendió no encontrar las marcas en el camino, después me dí cuenta que eran las mismas que a la ida. Que tonto, por favor! Kilometro 4, kilometro 3, kilometro dos, igual por al revés. En el rio, ahora a la derecha, familias y amigos que ya estaban poniendo las mesas, organizando el almuerzo, nos miraban pasar sin la más mínima sorpresa. Kilometro 2, mi cansancio ya era absoluto, no me quedaba fuerza ni para la levantada final. Kilometro 1, ya faltaba poco. No se disfrutan las carreras así, se sufren, me decía. Igual sabía que a la próxima iba a venir igual. Hay que bancarsela, y darle para adelante. La linea de partida allá a lo lejos no significaba el fín de la carrera. Había que seguir 500 metros más, seguir el asfalto, salir al bulevar, doblar a la derecha y entrar al camping. Ahí sí. Crucé los 10 en 43:50 y a pesar del cansancio, aceleré, dejé todo y crucé la meta en 45:49. Contento por la sombra, por haber llegado, por el agua bombeada del pozo que parecía recién sacada de la heladera.

12/14/2004

Vuelta de Ituzaingo 2004

¿Cuándo llega el momento de disfrutar? Justo cuando uno está más pensando en las marcas que en correr, justo cuando termina una carrera y uno se pone mal por no haber conseguido bajar de cierto tiempo o no haber podido cumplir con lo planeado o alguna tontería así. Llegó el momento de terminar con la boludés, me dije. Yo no soy profesional ni quiero serlo, ni tengo -ni voy a tener nunca- la capacidad de los "mostros" esos que ganan todas las carreras. Para qué matarse tratando de bajar 2 segundos una marca mediocre? Porqué me tiene que condicionar una marca vieja y no saber pasarla bien en algo tan hermoso como correr? Y la querida carrera de Ituzaingó no se merecía algo así. Ni yo. Nos debíamos eso, disfrutar, cerrar un año feo, y terminarlo bien, corriendo y con la piel abierta. ¿Que qué eso? Correr y sentir, mirando a la gente a la ojos, aplaudir a los que te aplauden, darle gracias a los de las mangueras, sonreirle a las chicas de la comparsa, agradecer a los que tiran y dan agua, agarrar la energía y transformarla en fuerza, y llegar. Me gusta correr y correr para mi es eso. Sentía que lo estaba arruinando, como un bolú.
Me levanté temprano, 6 de la matina. Yo no me levanto a las 6 ni para irme de vacaciones, pero ahí estaba. Me lavé la cara, no había podido dormir bien pero me sentía fresco. Me preparé un té, comí algo y salí a correr. Los pibes que volvían en pedo de bailar se rieron de mí mientras hacían una cola tambaleante para el remise, me importó un carajo, ni los miré. Hice 5 km a ritmo tranqui, volví ya transpirado, desperté a la family -de fierro!- y partimos para La Torcaza bien equipados: equipo de mate, diario, facturas del sábado y pelota de futbol incluídos. El sol, impecable, hasta se portaba bien. Va a hacer calor, decía la radio pero más tirando al mediodía. Agradecí el cambio de horario entre recuerdos agridulces de la Vuelta de Ituzaingó 2003. Qué calor, por Dios, casi me desmayo ese día. Pido perdón a la chica que confundí con mi mujer que con razón me miró raro...
Al llegar, me encontré con la gente del grupo de running, todos ya con su chip y entrando en calor. Se respiraba paz como en cada mañana de maratón. La organización impacable y el locutor decía 25 minutos para la largada. Tiempo de elongar, de pasadas, de calmar la ansiedad. Pasaron rápido los minutos, nos deseamos suerte mientras ya estabamos todos enfrente al reloj que decía 5,4,3,2,1 y a pisar la alfombra.
Pasé el kilometro 1 en 4 clavado, y el segundo en 8, también clavado. Todo de acuerdo a lo planeado, bien, pero a acordarse de disfrutar, de dejar -en lo posible- el reloj de lado. De espaldas a la autopista, Jose María Paz, su subida y su gente, nos daban la bienvenida. Aplausos para ellos. Decidí no mirar el tiempo hasta la mitad de la carrera, recurrí a los pasos bien largos, la cabeza levantada y a respirar profundo. El diarero de la esquina nos felicitó. "¡Vamos que en la próxima corro yo también!". Seguía fresco, me animaba a dar un poco más pero decidí esperar al kilometro 5. De fondo musica de comparsas, y agua, y calles cortadas, y automovilistas y ¡colectiveros! sin apuro. El paraíso, me dije. 20:05 en la mitad. ¡Vamos, carajo! Vamos, me alentó el profe desde el costado. Doblamos a la derecha. Kilometro 6 a 24:10, tiempo de acelerar para evitar el miedo de los 6 y 7 kilometros. Ratti, la ondulada Ratti. La parte dificil de la carrera. Un grupo compacto de remeras rojas iba a delante, traté de pasarlos para autoexigirme, para bajar de los 40 por primera vez en el año. Lo logré en el kilometro 8. Agradecí a alguien allá arriba por sacarme la cabeza por un rato, por la lucha que peleamos juntos y que no pudo ganar. Ya estaba casi todo cocinado. En el 9 voy a acelerar y llego con 39:59. Eso hice, no daba más, pero pasé el 9 con 36:10. Doblamos a la derecha nuevamente con el sonido de fondo de una segunda comparsa, contagiaba fuerza, ví una pequeña bajada. Hay que agrandar el paso, agrandar el paso, agrandar el paso, dejar todo, dejar todo. Al fondo se veían los árboles del parque, se escuchaba al locutor, había olor a lluvia, a piso mojado a pesar del sol radiante. Ultima recta bordeando "La Torcaza", ultimo esfuerzo, a dejar todo, aceleré a fondo, no me quedaba nada más adentro, corrí con todo y escuché la alfombra, sentí la alfombra, agradecí al cielo y pasé bajo en reloj con 39:39 y una enorme satisfacción.

Rodrigo
(rlporta@hotmail.com)